Pascual
Domingo por la tarde. La madre de Carmencita nos lleva de paseo. Son 10 cuadras pero como son de quintas nos parecen más. ¡Qué lindo paseo, si hay barro; mejor! La puja es encontrar la huella más profunda y si se corta perdés, prohibido avanzar sobre su borde, hay que ir por adentro aunque te empapes los pies.
Llevamos frascos con tapas porque si se hace de noche cazamos bichitos de luz los metemos en los frascos y los ponemos de velador, lógico que la tapa tiene agujeros para que respiren, igual a la mañana los soltamos para que recarguen energía.
Los que van por la vereda disimuladamente aprietan las flores de huevitos de sapo que cuelgan de los alambres, y juntan las vainas del algarrobo para chuparlas.
Al doblar la esquina carrera hasta la quinta amarilla, en el centro se alzan cinco perales estamos provistos de una caña con un gancho en la punta y bajamos unas cuantas para llevarle a Pascual.
Vamos rastreando el terreno buscando plumas para la ceremonia.
Llegamos al rancho -¡por la tranquera! -grita Francisca. Pero no hay caso como un enjambre saltamos los alambres gritando ¡Pascual! ¡Pascual!
Pascual sale restregándose los ojos, viene a nuestro encuentro a la carrera y nos tiramos encima, se sacude como si tuviera pulgas, las tiene y de sobra; porque duerme con los perros, las gallinas y los gatos, ellos lo abrigan, él los mima y cuida.
Enseguida lo soltamos, el ríe y corre tras nuestro con su risa idiota y babeante. Pascual es un niño grande.
Escribimos en la tierra: Pascual tiene novia; le decimos que lea no se le entiende nada, lo aplaudimos y aprobamos.Él ríe.
Vamos al galpón, desgranamos maíz con la peligrosa y novedosa máquina. Pascual gira la pesada manija y nunca se cansa.
Jugamos a la escondida. Pascual cuenta. Siempre lo libramos y vuelve a contar.
Gallito ciego ¿quién tiene los ojos vendados? Pascual y le llueven las cosquillas y pellizcos.
¡A domar al toro! ¿quién es el toro? Pascual, y se retuerce haciéndonos caer y se divierte con nuestros revolcones. Nos agarramos de sus pelos, su camisa, su pañuelo, su cinto. Cuando termina el juego nos miramos y nos morimos de risa de nosotros, de él y él porque si.
El aire se llena de olor a torta frita. Nos lavamos en el tanque, lo acomodamos a Pascual y entramos al rancho a tomar la cascarilla. Enseguida la travesura, torta frita rellena con papel ¿a quién le toca? a Pascual.
Pascual escupe salpicando toda la mesa nos reímos, Francisca viene y lo reta y más nos reímos ocultando el papel que escupió Pascual, pasándolo de mano en mano y al primero que se descuide le caerá en la taza.
Luego salimos a esperar que canten los grillos, contar estrellas y salgan los bichos de luz.
Traemos latas arrumbadas y palos secos, nos pintamos la cara con ladrillo mojado, con chala de caña hacemos las vinchas, les ponemos las plumas que recogimos en el camino, nos sentamos en ronda frente a Pascual.
Tocamos, Pascual canta en su idioma que debía haber sido el nuestro. Quedamos como en trance, nosotros lo entendemos. Y al son del repiqueteo acompañamos el ritmo con nuestro cuerpo, relajados, felices, serenos.
La luz de la linterna de Francisca nos llega desde lejos, también su voz -¡A casa chicos! ¡Nos vamos! ¡Apuren apuren!
Nos cuelgan los brazos de los hombros, en las manos los frascos, las luces de los bichos titilan contra el vidrio. Arrastramos los pies al caminar, estamos rendidos. ¡Apuren, apuren! azuza Francisca y no nos damos vuelta porque sabemos que en la tranquera queda Pascual, con su sonrisa idiota y babeante y los ojos inundados por la despedida.
IDIOCIA: (sinónimo IDIOTA). Nombre que define el grado más grave de debilidad mental.
Maria Claudia Brizuela
Domingo por la tarde. La madre de Carmencita nos lleva de paseo. Son 10 cuadras pero como son de quintas nos parecen más. ¡Qué lindo paseo, si hay barro; mejor! La puja es encontrar la huella más profunda y si se corta perdés, prohibido avanzar sobre su borde, hay que ir por adentro aunque te empapes los pies.
Llevamos frascos con tapas porque si se hace de noche cazamos bichitos de luz los metemos en los frascos y los ponemos de velador, lógico que la tapa tiene agujeros para que respiren, igual a la mañana los soltamos para que recarguen energía.
Los que van por la vereda disimuladamente aprietan las flores de huevitos de sapo que cuelgan de los alambres, y juntan las vainas del algarrobo para chuparlas.
Al doblar la esquina carrera hasta la quinta amarilla, en el centro se alzan cinco perales estamos provistos de una caña con un gancho en la punta y bajamos unas cuantas para llevarle a Pascual.
Vamos rastreando el terreno buscando plumas para la ceremonia.
Llegamos al rancho -¡por la tranquera! -grita Francisca. Pero no hay caso como un enjambre saltamos los alambres gritando ¡Pascual! ¡Pascual!
Pascual sale restregándose los ojos, viene a nuestro encuentro a la carrera y nos tiramos encima, se sacude como si tuviera pulgas, las tiene y de sobra; porque duerme con los perros, las gallinas y los gatos, ellos lo abrigan, él los mima y cuida.
Enseguida lo soltamos, el ríe y corre tras nuestro con su risa idiota y babeante. Pascual es un niño grande.
Escribimos en la tierra: Pascual tiene novia; le decimos que lea no se le entiende nada, lo aplaudimos y aprobamos.Él ríe.
Vamos al galpón, desgranamos maíz con la peligrosa y novedosa máquina. Pascual gira la pesada manija y nunca se cansa.
Jugamos a la escondida. Pascual cuenta. Siempre lo libramos y vuelve a contar.
Gallito ciego ¿quién tiene los ojos vendados? Pascual y le llueven las cosquillas y pellizcos.
¡A domar al toro! ¿quién es el toro? Pascual, y se retuerce haciéndonos caer y se divierte con nuestros revolcones. Nos agarramos de sus pelos, su camisa, su pañuelo, su cinto. Cuando termina el juego nos miramos y nos morimos de risa de nosotros, de él y él porque si.
El aire se llena de olor a torta frita. Nos lavamos en el tanque, lo acomodamos a Pascual y entramos al rancho a tomar la cascarilla. Enseguida la travesura, torta frita rellena con papel ¿a quién le toca? a Pascual.
Pascual escupe salpicando toda la mesa nos reímos, Francisca viene y lo reta y más nos reímos ocultando el papel que escupió Pascual, pasándolo de mano en mano y al primero que se descuide le caerá en la taza.
Luego salimos a esperar que canten los grillos, contar estrellas y salgan los bichos de luz.
Traemos latas arrumbadas y palos secos, nos pintamos la cara con ladrillo mojado, con chala de caña hacemos las vinchas, les ponemos las plumas que recogimos en el camino, nos sentamos en ronda frente a Pascual.
Tocamos, Pascual canta en su idioma que debía haber sido el nuestro. Quedamos como en trance, nosotros lo entendemos. Y al son del repiqueteo acompañamos el ritmo con nuestro cuerpo, relajados, felices, serenos.
La luz de la linterna de Francisca nos llega desde lejos, también su voz -¡A casa chicos! ¡Nos vamos! ¡Apuren apuren!
Nos cuelgan los brazos de los hombros, en las manos los frascos, las luces de los bichos titilan contra el vidrio. Arrastramos los pies al caminar, estamos rendidos. ¡Apuren, apuren! azuza Francisca y no nos damos vuelta porque sabemos que en la tranquera queda Pascual, con su sonrisa idiota y babeante y los ojos inundados por la despedida.
IDIOCIA: (sinónimo IDIOTA). Nombre que define el grado más grave de debilidad mental.
Maria Claudia Brizuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario